viernes, diciembre 22, 2006
lanzado al mundo a las 2:18 p. m.

Bievenidos a Cuba


Parado en el malecón de la Nueva Habana, a la vista de un grupo de prostitutas que parecían fundirse con la noche húmeda y profunda, Xen observaba la luna mas enorme de su vida.

Jo caminaba a su alrededor, y mientras abotonaba su guayabera totalmente brand-new, acechaba por gusto -de impaciente- el espacio vacío, la burbuja silenciosa que emanaban de las pupilas cansadas de su compañero.

Ultimo botón y una sacudida de sandalias. "Puta arena".

- ¿Abrumado?
- N-n-no lo-lo suf-f-f-iciente

Detrás de Xen, Jo apoyaba sus manos sobre una baranda oxidada. Nada, ni el acero mas socialista podía contra la acides de la brisa atlántica. Mirando entre las sombras, Jo entendía la luna de una forma distinta, ajena a la melancolía, por encima y debajo de la idea de un exilio romántico. Era imposible, a esas alturas, otorgarle mas propiedades que las físicas o astronómicas que merecía cualquier roca colgada en la negrura. Si alguna metáfora era posible, seria la de un cartel luminoso, un anuncio fluorescente que indica el camino hacia un desvío irrenunciablemente peligroso. Un destino irreversible, desconocido - un come-in oui-monsieur bienvenido-sirvase en el tugurio rebelde y subterráneo de las Américas.

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