
Sin agujeros de gusano. Sin extraños conejos satánicos. Sin portales, incendios o vídeos de autoayuda. En silencio, en solitario, de noche. Se abre el cielo, pequeño y propio, y escucho una turbina. Caigo -hacia arriba- y me encuentro con mi pecho roto. Doce segundos a la izquierda habitaciones perdidas, inexistentes como ucronias. Ciudades abandonadas, hogares enterrados. Flores muertes. Solo queda lo que esta por venir.
Etiquetas: vida