Neruda Square
Alrededor de Neruda Square las corporaciones habían establecido, gracias a la anarquía comercial ya institucionalizada, un parque industrial masivo que crecía vorazmente alrededor de las lineas de comunicación – era un tumor que consumía dendritas, un campamento callampa hiperconectado que nadie se atrevía a desalojar.
El caos y la libertad danzaban sobre la tumba de tradiciones obsoletas, como la palabra regulación o el concepto de republica. La nación, el estado, solo podia mirar melancolico el panorama hiperconcesionado de privatizaciones salvajes que dominaban los habitos de consumo –antes denominado “vida”- de los consumidores –antiguamente conocidos como “ciudadanos”.
La plaza, en medio del complejo, era un area semipublica. No habían vallas, pero su propiedad, era privada, y la operación, licitada. El piso era traslucido, contruido con metales, concreto y gruesos cristales, y emanaba a toda hora un brillo azulado proveniente de los trenes subterraneos. A su alrededor las torres corporativas. Cada una funcional a la grilla de relaciones economicas en las que se habia convertido el pais. Si alguien queria producir escases, se dirigiria sin dudar a los subterraneos de Neruda Square. El peor, mas brutal y desequilibrante desabastecimiento, era el de información.
Alli hasta el aire parecia saturado de datos. Se respiraba una tibieza extraña. El rumor, negado oficialmente, es que a falta de espectro para la transmisión inalambrica de paquetes electronicos, las compañias comenzaron a utilizar espacios antes prohibidos de baja frecuencia. Suficientemente baja como para sacudir una que otra molecula de aire, liberando calor. Momentum, energia kinetica, energia calorica. Algunos blogs seguian los ciclos de negocio del parque industrial, y los correlacionaban –exitosamente- con la temperatura. Otros, replicaban el ejercicio con los indices de tumores cerebrales.