lanzado al mundo a las 11:53 a. m.
Las grandes alamedas, la ciudad completa, le pertenece a la sonoridad motora y
mecánica. El resto, son y somos, recuerdos casuales y circunstanciales, de una historia demasiado antigua, larga y residual. Somos una molestia, un mal que destruye los modelos
matemáticos, las simulaciones
estadísticas. Estamos para romper los cristales
líquidos de la
tecnocracia empoderada que sueña con un mundo que funciona - bello y perfecto como una
ecuación. Pero nos resistimos y las piezas no cuadran, los engranes ceden, la realidad colapsa. Atrapados en los intestinos de la maquina, un niño observa las veredas y llora.
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